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domingo, 15 de mayo de 2011

II Peregrinación a Guadalupe




















El viajero se ha convertido en un día en peregrino, sin dejar de hacer por ello turismo cultural y religiosos. Desde Las Brozas se ha acercado, como un peregrino más, hasta el Monasterio de La Puebla de Guadalupe, donde la Asociación Cívica, Guadalupex, presidida por Vicente Sánchez-Cano, ha convocado a los extremeños a una sana reivindicación religiosa: Que el Monasterio de Guadalupe y 31 parroquias de su territorio dejen de pertenecer a la archidiócesis de Toledo y se reintegren en alguna diócesis extremeña.


Dicho en palabras sencillas, es injusto que la Patrona de Extremadura, que une a todos, esté fuera de la jurisdicción eclesiástica de la región, a pesar de los expresado por la propia Iglesia en el Concordato de 1953 y en el Concilio Vaticano II. Pero como decía don Quijote a Sancho en una noche negra allá en el pueblo de El Toboso: “Sancho con la iglesia hemos dado”. Y es que la organización eclesial no tiene tiempo, su tiempo se mide por siglos. Y nosotros queremos ver, en vida, esta justa restitución. Yo creo – y así hay que decirlo: Que el Arzobispado de Toledo no suelta Guadalupe por la cantidad enorme de dinero que recauda de la visita de miles y miles de peregrinos que cada año se acercan a venerar a la Morenita de las Villuercas. Pero la Iglesia es Católica, Universal y no sólo toledana.


El día resultó una gran fiesta: Miles de peregrinos llegados desde toda Extremadura, de numerosos puntos de España e incluso desde Roma, se acercaron para estar presente en este reivindicación del pueblo extremeño que pide al Arzobispo de Toledo y Su Santidad el Papa, que conceda el honor de que Guadalupe, la Patrona de Extremadura, la Patrona de las Españas, sea toda de Extremadura.


El viajero llego con tiempo desde Las Brozas, a 175 kilómetros de Guadaluoe, pero antes “se perdió” por las zonas Apalaches de las Villuercas, en el camino antiguo de Cañamero a Berzocana. ¡Qué día tan precioso! La Sierra olía a mil flores que despertaban y endulzaban el aire puro y virgen. Miles de cantos de pájaros alegraban el oído del viajero.

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