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lunes, 26 de marzo de 2012

Éticas y poéticas del paisaje


La Real Academia de Extremadura ha nombrado otro nuevo académico. Se trata del naturalista Joaquín Araújo Ponciano, que fue respondido por el académico Feliciano Correa Gamero.

Llegar hasta la Academia es una verdadera odisea. Hay que saber cómo llegar hasta allí en coche, ya que los fines de semana cambia la circulación para alcanzar la ciudad alta de Trujillo. Tuve que dejar el coche en la bajada de la puerta de San Andrés y poco menos que escalar la fuerte cuesta que lleva hasta el Palacio de Lorenzana, sede de la institución. Claro que pasear por esta parte siempre es una delicia.

Unos paisanos de Villanueva de la Serena me preguntan donde esta la Academia, en la puerta de la iglesia de Santa María mientras un grupo de visitantes es acompañado por un guía turístico que le explica la torre del templo y su singular escudo dedicado al… Atlético de Bilbao.

A la llegada me encuentro con el cronista de Trujillo, José Antonio Ramos Rubio, quien está haciendo al nudo de la corbata a uno de sus acompañantes. En el zaguán del palacio saludo a Joaquín Araujo, a quien le recuerdo que como había dicho en Radio Nacional de España en el programa “No es un día cualquiera” el siguiente sábado un agricultor – que era él- iba a estar disfrazado con un frac en un acto institucional: la lectura de su discurso en la Real Academia de Extremadura.

El pequeño salón de actos estaba a rebosar, con algunas autoridades de la región, como la consejera de Cultura, Trinidad Nogales, el alcalde de Trujillo, Alberto Casero, y el rector de la Universidad, Segundo Piriz, entre otras, más familiares y amigos del recipiendiario, el nuevo académico. El acto estuvo presidido por el director de la Academia, mi buen amigo José Miguel Santiago Castelo, al que acompañaban en la mesa los académicos: Francisco Tejada Vizuete, Francisco Pizarro y Salvador Andrés Ordax.


Mientras interviene Joaquín, un pajarillo, un verdecillo, pía en las cercanías de la Academia. Se alegra el académico mientras va desgranando su dios curso sobre “Éticas y poéticas del paisaje”. En el folleto que se nos entrega a todos se indica que vamos a “recorrer a través de la poesía,
de esas píldoras comprimidas de filosofía que son los aforismos, de relatos de viajes y de pequeños ensayos una parta, la mas significativa, de la experiencia de Joaquín Araújo, en contacto con algunos de los paisajes más intensos del planeta, de España y de Extremadura”. Hay que decir que el verbo de Joaquín es fluido y exquisito. Habla de su amor a la Naturaleza, de sus tierras extremeñas y de lo miles de árboles que ha plantado.


Feliciano Correa le contesta hablando, también, de su amor por la Naturaleza, elogia al nuevo académico, habla del discurso de una nueva filosofía moral y se apesadumbra del alejamiento de la Naturaleza, para terminar con el humanismo que ella nos aporta.

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