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viernes, 12 de septiembre de 2014

Crónica viajera por Estocolmo


 

 



            El viajero ha tenido la oportunidad de recorrer tranquilamente durante cuatro días las calles y plazas de la capital sueca; ha convivido con españoles allí y ha tratado, en la medida que le ha sido posible, en idioma inglés, con el pueblo.

            Lo primero que me llamó la atención es el deseo del ciudadano de Estocolmo a molestar lo menos posible, tanto en el metro como en la misma calle; sin embargo no es educado a la hora de salir o entrar; lo hace rápido olvidándose de lo que en España llamamos caballerosidad cediendo el puesto a una mujer o entrando delante de uno, cortando si es necesario el paso.

            El sueco es un pueblo pacífico; hace siglos que no tiene una guerra, incluso en las dos mundiales fue neutral. Perdió Noruega, de manera educada, en 1905, y parlamentaria; algo así como la reciente disolución del estado de Checoslovaquia; una revolución de terciopelo.



            Pues bien dicho esto, qué puede ver uno en Estocolmo. De lo que yo vi, recomiendo la visita al Ayuntamiento, levantado a orillas del lago en la isla de Kungsholmen, siguiendo las líneas estilísticas del renacimiento italiano. En su interior está la Sala Azul, que iba a ser azul y se quedó en ladrillo visto, En ella se celebra la cena de gala de los Premios Nobel, con más de 1.000 invitados. Muy recomendable subir a su torre, de 106 metros de altura, porque desde ese mirador se observa un magnífico panorama de la ciudad.

            Otro interesante terraza es la que hay en el barrio de las letras de la isla cercana de Soldermalm; desde allí hay una preciosa vista sobre la ciudad antigua. Es en esa isla es donde el escritor sueco Stieg Larsson, desarrolla sus novelas policiacas de fama mundial, llevadas al cine y cuyo primer título es “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Lo visité con un amigo sueco que vive precisamente en la zona. Antes habíamos tomado una cerveza en el famoso hotel Rival, de cuatro estrellas, de art decó, propiedad de Benny, uno de los miembros del famoso grupo musical Abba, aquél que ganó Eurovisión, en 1974, con su tema “Waterloo” y que llega a tener uno de los museos más visitados de la ciudad, concretamente en la cercana isla de Djurgarden. http://www.youtube.com/watch?v=3FsVeMz1F5c

            Hasta allí es necesario desplazarse para ver uno de los símbolos de la megalomanía de la monarquía sueca, concretamente del rey Gustavo II: el barco Vasa. El gran navío de la armada sueca que se hundió el mismo día de su inauguración al salir del puerto por no respetar las condiciones para una navegación segura el 10 de agosto de 1628. Fue rescatado tras centurias en las aguas profundas del puerto y recuperado en abril de 1961 De una tragedia, el Titanic del siglo XVII hoy es un símbolo nacional y uno de los atractivos turísticos más interesantes de la capital.

            Estocolmo tiene 85 museos y muy cerca del Vasa está el Museo Nórdico  y otros dos singulares; el del grupo musical Abba y el de la famosa de Pipi Calzalargas, aquella chiquilla traviesa cuyas películas infantiles hicieron las delicias miles de niños.

            Hágame caso y recorra la isla en el tranvía número 7 o en el bus número 69, que atraviesa prácticamente toda Djurgarden. Hay un barquito que se coge en el muelle que está junto al parque de atracciones; es un barco que es un transporte público que se puede pagar con la tarjeta turística. Merece la pena por los lugares que pasa.
 
 
 

            Dejé para el último día la visita a la ciudad antigua; recorrerla a pie en sus rincones y plazuelas, incluso en la calle más estrecha de Suecia. Hay que subir hasta la catedral de San Nicolás a la que se la conoce como la gran iglesia. Es digna de visitar; cuesta 40 coronas, unos cinco euros la entrada. Lo más destacado es la estatua de San Jorge matando al dragón, del siglo XV- En la parte trasera del templo hay una estatua moderna que simboliza el mundo y es un lugar donde se pueden poner velas y rezar por este mundo tan despiadado y cruel a veces y otras tan bello y amado por todos. Tambièn atrás en la parte derecha un cuadro simboliza los grandes fenómenos atmosféricos que sufrió Estocolmo en los primeros años del siglo XVII.
 

 

            Para concluir, algo único. Cuando estuve en la ciudad me acordé de dos grandes personalidades; El botánico de Upsala, la ciudad universitaria  Carlos Linneo, al que las plantas le deben su nombre en latín y cuya clasificación es única y se sigue mundialmente todavía utilizada científicamente, y Alfredo Nobel, aquel científico que logró crear los premios a la cultura mundial. Junto a la catedral está su pequeño museo donde, de manera muy didáctica, se capta su gran obra y el trabajo de 800 personalidades científicas y literarias de todo el mundo, entre los que pude ver una fotografía de nuestro Camilo José Cela, con el que tuve la gran oportunidad de charlar un par de veces en su casa de La Bonanova de Palma de Mallorca.

            Y con gran pena por no poder ver muchísimas más cosas, me piro hacia el aeropuerto de Arlanda desde la estación central que es como nuestro distribuidor de Atocha, en Madrid.

 

 

 

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