Entradas populares

lunes, 28 de marzo de 2016

Viaje por el Tarn de los Cátaros




 
            El viajero acaba de concluir un viaje por el departamento francés del Tarn con una temática de experiencia religiosa, especialmente encaminada a los herejes cátaros, a los protestantes y a los católicos, sin olvidarse de aquella época  prehistórica en la que se veneraban a las grandes piedras o menhires, clavadas en el suelo.
            Todo comenzó en la estación del AVE de Gerona con un grupo de periodistas de Madrid y Barcelona especializados en la cultura religiosa cristiana, pero abiertos a otras espiritualidades. www.tourisme-tarn.com
            La primera experiencia se dio en Mazamet, una ciudad que alberga en sus cercanías, en plenas Montaña Negra, la aldea de Hautpoul, donde hubo un grupo importante de cátaros, con restos de su castillo y preciosos callejones medievales llenos de encanto, fundado por los visigodos. Me llamó la atención un restaurante en mitad del pueblo que ofrecía “bacalhau” portugués. En Mazamet hay que ver el interesantísimo museo del catarismo www.maison-memoires.com y después ir a comer a casa de Alphonse, un restaurador francés de origen español tras la huida de su familia después de la Guerra Civil. Muy recomendable.
            Una segunda parada fue en Castres, la segunda ciudad del departamento, tras la capital: Albi. Al este de la ciudad se encuentra Ferrières, en pleno Parque Natural del Alto Languedoc, donde, en un bello paisaje se ha edificado el Museo del Protestantismo, muy visitado por gente interesada por esta religión cristiana y que supuso entra de lleno en las guerras sangrientas de religión. Me lo enseñó Denis Mangado, un hombre apasionado de su religión protestante y que habla un perfecto español, mostrando comprensión y afabilidad con el visitante. www.mprl.fr
 

            Dormir en una habitación con encanto fue una de las mayores experiencias de este singular viaje. Se trata del hotel Renaissance, un hotel con encanto y carácter en el corazón del barrio histórico. No posee una habitación igual a otra. Compruébelo en su página web: www.hotel-renaissance.fr  En esta ciudad hay un museo dedicado a Goya, con pinturas excepcionales del pintor aragonés. Hay que comer y casi mejor beber en “La Table du Sommelier”, un restaurante que también es una boutique del vino de Gaillac, el buen caldo de la región. www.table-du-commelier-castres.fr, donde le atenderá amablemente Philippe Subirá. Hay otros dos restaurantes con igual nombre, uno en Albi y otro en Gaillac.
            Una tercera parada de este viaje fue en  la localidad de Lacaune-les Bains, famosa por sus baños, sus chacinas, incluido el mejor jamón francés y  innumerable menhires, incluso por la historia de Víctor, un niño - lobo de 12 años, que fue encontrado en la zona a finales del siglo XVIII, que fue llevada al cine por François Truffaut. Tras visitar los campos, en uno de ellos se halla el más alto y grande de Europa, ofreciéndose al viajero como un balcón ante la montaña más alta del Tarn, el pico de Montalet, de 1.259 metros.
            La comida fue en la Maison Fusiès, una casa de postas fundada en 1690 y que ofrece una típica cocina  regional, incluidas la sopa de la abuela  Albanie. Un almuerzo típico cuesta sólo 15 euros. Allí probé, además de la sopa, tres clases de jamón, buey con patatas salteadas y una exquisita tabla de quesos. En una visita rápida al establecimiento, se descubre la vieja chimenea del lugar.
            Y desde aquí un largo recorrido hacia el norte, concretamente hacia Monestiès, uno de los pueblos medievales más bellos de Francia, en pleno Camino de Santiago, donde  hay que ver la capilla donde se encuentra la excepcional estatuaria de esculturas de tamaño natural que describen el entierro de Cristo, obras calcáreas y policromadas de los artistas que trabajaban en la monumental catedral de Albi, declarada Patrimonio de la Humanidad. www.tourisme-monesties.fr
 

            Y al final Albi se llega de noche al hotel Mercure, un antiguo molino en la orilla derecha del río Tarn, desde el que se divisa un magnífico panorama de la ciudad antigua de Albi, su puente viejo, su catedral y el palacio del obispo, reconvertido en el Museo de Toulouse Lautrec, el pintor de los cabarets parisinos. Uno recuerda desde su juventud los estudios históricos de la guerra de religión contra los albigenses, pero porqué albigenses o cátaros. Para ser concretos, albigenses eran denominados los cátaros que habitaban  la ciudad de Albí, aunque aquí no superaban el 15 % de la población. La cena fue en el palacio donde nació el pintor Toulouse Lautrec y que aún pertenece a su familia. El restaurante -no podía ser menos- se llama Lautrec y era las antiguas caballerizas del palacio, un restaurante que hace cocina de ayer con sabores de hoy. www.restaurant-le-lautrec.com
            Y para concluir el viaje hay que conocer el museo de este gran artista, cuya referencia son las  noches pasadas en los antros y “cabaretes” del París de finales del siglo XIX, pintando a las prostitutas y sus clientes y fue el creador de la cartelería moderna. Desde 1922, en lo que fuera residencia episcopal de Albi se halla el Museo Toulouse Lautrec, dedicado a las obras del pintor. www.musee-toulouse-lautrec.com
            Para concluir la ruta turístico religiosa hay que conocer la catedral de Albi. La capital fue sede de un obispado cátaro y después, tras la cruzada contras los herejes, un obispado católico. Desde el siglo XIII, el obispo de la ciudad se convirtió en señor feudal y vice- inquisidor del Reino de Francia. La catedral-castillo se convirtió junto al palacio episcopal, en sede del poder terrenal de la autoridad religiosa, que junto al Puente Viejo, el más antiguo de Francia, fue catalogado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.  Para saber más: www.albi-tourism.fr
 

            Un último detalle, en todo viaje hay que prestar4 atención a lo que se come y se bebe. Por eso una sugerencia, acuda al mercado que hay en Albi y que merece la pena conocer disfrutar der la comida en el propio mercado con productos regionales que allí se vende. No se olvide comprar los ajos rosas de Lautrec, www.ailrosedelautrec.com ; el jamón, salchichón y salchichas de los Montes de Lacaune  www.tourisme-montsdelacaune.com  o los vinos de Gaillac. www.tourisme-vignoble-bastides.com. Una cosa importante que tienen los hosteleros de este departamento –digno de remedar- es que realizan sus comidas y sus menús con los típicos sabores del terruño. Son productos con Denominación de Origen Protegida.
 




 

No hay comentarios: