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jueves, 17 de julio de 2008

Un museo de Hinojal


Tarde del 13 de junio de 2008

Si el anterior blog hablaba por la radio desde Hinojal, ahora el protagonista es este mismo pueblo, una pequeña villa de los Cuatro Lugares, situada a menos de 30 kilómetros al norte de Cáceres capital, antes de llegar a Cañaveral, de la que la separa el padre Tajo.

Este pueblo de Hinojal, de calles rectas y perpendiculares, perteneció primero a la Orden Templaria y posteriormente a los Condes de Alba de Liste, cuya casa palacio se encuentra en el cercano pueblo de Garrovillas de Alconétar, y hoy se ha convertido en una preciosa y moderna Hospedería de la Junta de Extremadura. Posee un precioso templo parroquial, el de Nuestra Señora de la Asunción, desde donde salen dos procesiones singulares: La de las Candelas y la de San Sebastián, con cantos y festejos propios. El santo patrón de Hinojal es Santo Toribio, que se celebra en el mes de abril.


En la calle más recta del pueblo, la de la Cruz, cuyo nombre le dio una gran cruz de piedra que estaba en la casa de mi bisabuelo materno, Andrés Flores, casado con una monroyega, Mari Cruz Vegas, se encuentra un singular museo etnográfico de la gente antigua de Hinojal, un museo de herramientas y aperos tradicionales.

El creador del museo es Martín Díaz Cerro, un hombre curioso con las cosas y las gentes de su pueblo natal, que tiene el deseo de recoger –a veces apiñar- objetos personales y familiares de los hinojaliegos, para mostrarlos a las nuevas generaciones y así saber cómo se vivía en otras épocas.

Marín Díaz viene montando este museo con los objetos y cacharos que le dan los vecinos de su pueblo. Lo monta con ilusión y cariño y cualquier persona que quiera puede ir a verlo. Las puertas de su casa siempre están abiertas para el curioso que quiera ver y estudiar la forma de vida del Hinojal de antes de ayer, “antiel”, que diría un lugareño. Me viene a la memoria ahora mismo el museo que vi en 1994 en un pueblecito de los Andes en Venezuela, cerca de la gran ciudad universitaria de Mérida, al que llamaron “La Venezuela de antier”.

Este hinojaliego está siempre dispuesto a recibir y a explicar a los visitantes y turistas ocasionales que durante la etapa veraniega se acercan a su museo, especialmente los emigrantes que vuelven con sus hijos y con sus nietos y que no conocen la forma en la que han vivido sus antepasados. Sin duda alguna, Martín Díaz tiene un gran mérito por haber coleccionado más de 500 piezas antiguas de Hinojal. ¡ Mi enhorabuena!

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