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viernes, 15 de mayo de 2009

Toros con guiris en Las Ventas


Días pasados estuve en una corrida de toros en la Plaza de Las Ventas. Fue una tarde tristona, aburrida, excepto el último toro. Fui acompañado de un buen amigo, Luis Fernández - Matamoros, hombre dedicado a la promoción de destinos turísticos y a la mercadoctenia. A él se debe que las islas Canarias estén ahora en la parte izquierda de los mapas y no a la derfecha, debajo de las Baleares, como estaban antiguamente.



Su padre, hombre deportista, fue expulsado de Trujillo por cambiarse de ropa en pleno campo. Claro que estamos hablando en tiempos de Franco, cuando aquello era una grave ofensa. Se enfrentó al público y fue declarado "non grato", pues se llegó a enfrentar a ese público, entre el cual se hallaba el alcalde de la localidad extremeña.


También me contó otra anecdota y es que al visitar Marruecos se cambio de inmediato de apellido. No era correcto llamarse James Ferández-Matamoros Scott, pues como hijo de inglés - a pesar del curioso apellido- dijo que se llamaba Jimmy Scott.


Pues bien Luis Fernández-Matamoros, hijo de inglés, es amante de los toros. Vimos la corrida rodeados por un pareja de jovencitas singapuresas, que solo resistieron el primer toro, ya que al descabello las dos se pusieron las manos en la boca. A mi derecha un grupito egipcio disfrutaba, pero sólo ellos; las chicas o salieron o se dedicaban a jugar con el teléfono móvil. Al tercer toro llegaron como diez malayos, que resitieron solo el morlaco que hacía cuatro. Una pareja de coreanos -él y ella- la primera quez que bisitaban España, tambien estuvo en la corrida. Fueron los que más tiempo estuvieron. Fotografiaron todo y a todos y salieron gratamente al final del espectáculo. Sin duda una experiencia para este hombre del turismo. Los toros gustan, sí, pero no a todos.



Los toros, pasables; los toreros, malos y el público, genial. En el tendido 7, el más taurino en la cátedra del toreo, se sacó un cartel que decía a la presidencia: "Fuera del palco", porque había consetido que un toro, un torillo más bien, cure y enfermo, pudiera ser toreado. Mal, muy mal.

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