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lunes, 22 de marzo de 2010

Cantabria infinita



Acabo de pasar un fin de semana –puente en Cantabria, a la que ahora los eslóganes turísticos llaman Infinita. El resultado final ha sido fantástico y genial. Todo comienza en un vuelo de Iberia – Marenostrum, el nombre regional de la compañía de bandera de España.

El hotel Bahía, situado en el mismo centro de Santander, a espaldas de la catedral, es una gozada. Ha sido renovado recientemente y su personal es muy amable. Quiero destacar aquí su excelente desayuno buffet, en el que se mezclan los sabores típicos de España (aceite virgen de oliva, jamón ibérico con los grandes y reconocidos quesos regionales y los dulces típicos como unos enormes sobaos pasiegos, de marca “El Macho” y las ricas quesadas).

La primera cena fue en el Restaurante Zacarías, un referente en la coquinaria cántabra. Entrar al local de Puerto Chico, en la calle Hernán Cortés, es llegar a un templo gastronómico. http://www.restaurantezacarias.com/ . Una ensalada de mariscos colocado en la concha de una vieira- acompañada se un blanco verdejo- supo a gloria. Previamente hubo una rueda de quesos cántabros, de los más suaves a los más fuertes como el queso de Tresviso, que en la vecina Asturias llaman también de Cabrales. ¿Saben que para entrar o salir del pueblo cántabro de Tresviso sólo se puede hacer por una estrecha y curva carretera de la vecina región? Excelente son sus manganos (chipirones) encebollados y excelsa su merluza de Laredo. Al final me llamó poderosamente la atención que los cafés e infusiones se endulzaran con unos singulares azucarillos en los que la Dirección General de la Mujer del Gobierno Regional divulga la biografía de mujeres cántabras pioneras de la igualdad. A mí me tocó María Luisa Herrera Escudero, una arqueóloga que nació en Santander en 1913 y que con el tiempo dirigió el Museo Nacional del Pueblo Español. En Zacarías cantan bien los clientes mientras toman una copa y el mismo maestro nos invitó a cantar la famosa canción marinera “Santander”, acompañándolo el respetable y eso que nos comunicó que esa misma tarde acababa de enterrar a un cofrade fundador de la Cofradía del Queso de Cantabria, de la que él es su gran maestre.

La jornada siguiente, la del sábado 20 de marzo, se gastó en una magnífica excursión por las tres villas históricas cántabras: Santillana del Mar con sus estrechas y ennoblecidas calles, para concluir en su Colegiata; Comillas, donde aún se respira el ambiente que supo crear en ella su hijo predilecto, don Antonio López, Marqués de Comillas, a través del ámbito cultural, y la marinera San Vicente de la Barquera, con un precioso casco histórico y con la mejor – para mí- cocina marina de Cantabria.

El almuerzo fue en Maruja, otro de los restaurantes de fama de la zona, ahora en manos del nieto de la fundadora. Por decirlo de una manera sencilla: La mariscada fue excelente en su presentación y en ser servida por camareros que llevan más de 30 años en la casa. Antes, para abrir el apetito, el viajero anduvo sólo un par de kilómetros por el Camino de Santiago norte, entre prados y vacas lecheras, y disfrutando de unas preciosas vistas en la lejanía del mar Cantábrico.

http://www.restaurantemaruja.es/index1.html

Tras una tarde plena de trabajo en el comité director de FEPET (Federación Española de Periodistas de Turismo) y bajo una suave lluvia, las jornadas concluyen en el restaurante “El Riojano”, fundado en 1940 por Víctor Merino, otro de los grandes de la cocina cántabra. Sin duda es un lugar muy recomendable. El público tiene la palabra y el público llenó el local

En resumen, tres días en el que el viajero ha sabido disfrutar de la hospitalidad montañesa. No fue la primera vez que recorrí estas tierras, pues ya pateó por los Picos de Europa y ha recorrido casi toda su costa desde San Vicente hasta Castro Urdiales. Esta bregión, a la que antiguamente se la llamaba, el Mar de Castilla, sabe como encandilar y tratar a sus invitados.

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