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lunes, 8 de noviembre de 2010

Un viaje a Vitoria





Una espina menos clavada en mi corazón: Hoy acabo de conocer un poco – solo un poquito- Vitoria, la capital alavesa. He llegado invitado por la Diputación Foral de Álava para dar una conferencia sobre los olores, colores y sabores de Ecuador. He sido espléndidamente atenido por Dora Fernández de Pinedo Echezarra. Me fue a recibir a la estación donde un magnífico Alvia me transportó desde Madrid – Chamartín. Los trenes, gracias a Dios, no son lo que eran en mis tiempos de infancia y juventud; hoy son una maravilla por su limpieza, comodidad y puntualidad.

Pues bien, tras dejas las cosas en el céntrico hotel NH Canciller Ayala salimos Dora y yo a dar una vuelta. Se trata de una ciudad magnífica que cuida con esmero su parte histórica y diseña la parte moderna. No es nada de extrañar que haya recibido reconocidos premios internacionales.

Dora me había reservado para las 12,45 horas una visita guiada a la catedral de Santa María, “abierta por obras”, como reza el lema publicitario. Loynaz, una vivaracha, guapa y amable guía nos conduce por las entrañas del edificio. En resumen, al techar la catedral con bóvedas de piedra hizo que las altas columnas, al no tener suficiente soporte, amenazaran con arruinar el templo.

Ahora esta vaciado, excavado sus subsuelo, de donde salieron numerosos esqueletos de miembros de familias nobles enterradas allí. Subimos por una escalera de caracol al triforio, la galería que se encuentra encima de las naves laterales y desde donde se divisa magníficamente todo el interior, para concluir en el precioso pórtico de Santa María, con bellas estatuas del rey Salomón y la reina de Saba, entre otras: http://www.catedralvitoria.com/

La conferencia sobre “Los olores, sabores y colores del Ecuador”, en la sala Ignacio Aldecoa, que fue lo que me llevó a Vitoria, muy bien. Asistieron unas 200 personas muy atentas. Todas ellas pertenecían a la Universidad de Mayores y a las Aulas de la Tercera Edad.

Para hacer tiempo para la cena, hubo una visita nocturna y privada a la iglesia de San pedro, muy bien restaurada. Un edificio gótico, del siglo XV, adosado a la muralla de poniente. En su interior merece la pena resaltar el retablo de los Reyes, obra plateresca, del XVI y en la capilla del Santísimo, la Dolorosa, magnífica talla de Gregorio Fernández. Mucho más moderna es la tienda que Tycho, un bailarín belga, tiene en la calle Correría, 34, donde su delicattesen tiene verdaderas maravillas gastronómicas de España y del extranjero. Tfº 945 251 084. corre34@gmail.com

El día concluyó en el restaurante “El Portalón”, situado en un singular edificio del siglo XV, enfrente de la catedral y a la casa más antigua de Vitoria. Unas croquetas caseras, un revuelto de setas y un rodaballo conformaron el menú, al que acompañó un vino de la Rioja Alavesa, un “Dominio de Bernal”, crianza de 2007, a base de tempranillo. Sencillamente, exquisita. Puso el broche una típica “pantxineta”. El servicio, magnífico. www.restauranteelportalon.com Y hasta aquí, mi primera experiencia vitoriana.

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