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lunes, 1 de julio de 2013

Crónica de un viaje a Garrovillas de Alconétar







         El viajero, como hombre de turismo, ha realizado un viaje corto pero intenso a uno de los pueblos más atractivos de Extremadura y que cuenta como seña de identidad una de las plazas más bellas de España. Me estoy refiriendo a Garrovillas de Alconétar, viaje organizado por la Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Extremadura (APETEX), que viene realizando viajes por la región para conocerla y difundir sus atractivos a través de los medios informativos. De hecho, el viajero ya habló de este viaje en el programa que mantiene todos los viernes en Onda Cero de Cáceres.

         En colaboración con el Ayuntamiento un grupo de periodistas y escritores de turismo de Extremadura, ha pasado una jornada en este pueblo, citándose en el bello edificio de la Hospedería, antiguo palacio de los Condes de Alba de Liste, condes que proceden de la lejana Zamora, donde también poseían otro palacio, hoy reconvertido igualmente en establecimiento hotelero, como es el Parador de Turismo de la capital zamorana.

         La primera foto con el alcalde Cándido Javier y su concejala de Turismo,  Olga Valle, fue en la Plaza Mayor. Allí mismo se visitó el Corral de Comedias, construido a imagen y semejanza del Corral de Comedias de Almagro, icono del teatro del Siglo de Oro español. Tras cruzar la plaza, nos esperaba en el templo de San Pedro su párroco, don Nicolás Rivero, de igual nombre que un antiguo presidente del Congreso de los Diputados de los años 20 del siglo pasado. La iglesia de San Pedro es uno de los tres templos más grandes de la diócesis de Coria - Cáceres, la concatedral de Santa María, la parroquia de Santa María la Mayor de Brozas, conocida como la “catedralina” y éste de Garrovillas. En el exterior se aprecian escudos de don Enrique de Guzmán, señor de la villa y conde de Alba de Liste.


En su interior, el párroco, como un albañil cualquiera, realiza pequeñas obras de restauración, dejando lucir lo mejor de la fábrica del templo. Hay un calvario en la sacristía pintado en la pared, pero destrozado por unas malas obras de albañiles analfabetos; en la sacristía hay también  una exposición de casullas y dalmaticas, ropas de los sacerdotes, con los escudos de condes, así como varios libros corales. Es digno de destacar el altar mayor, con lienzos del XVI y azulejos talaveranos con la imagen de San Andrés y de San Pablo.

En el muro lateral del Evangelio resalta la imagen del Cristo de las Injurias, que procede del lejano convento de San Antonio, y que según la tradición fue apedreado por los judíos en el siglo XV. Algunas de estas piedras se conservan aún en las familias que las heredaron.

El convento de San Antonio de Padua está arruinado a las afueras del pueblo, pero se conserva muy bien el de las Madres Jerónimas, donde residen algunas monjas procedentes de la región india de Kerala, de donde acaban de regresar dos miembros de APETEX. Esas monjas sobreviven a base de hacer ricos dulces, como los almendrados y los cagajones, que en Extremadura se dicen a las deposiciones de caballos, mulos y burros. El convento conserva en su interior Nuestra Señora de la O, una imagen que tiene en su vientre al Niño Jesús y que se aprecia a través de un cristal.

Tras la visita a las alegres monjas, los viajeros se dirigieron al templo de Santa María de la Consolación que hace unos diez años estuvo a punto de arruinarse, pudiendo perder el pueblo una joya artística; mejor dicho, dos, porque en su interior se encuentra el mejor órgano renacentista de la Península Ibérica y que este cronista ha tenido la oportunidad de escuchar sus magníficos sones de manos de Miguel del Barco, hijo. Santa María de la Consolación es una obra conjunta de restauración de todo un pueblo que se siente orgulloso de haber sabido rescatar de la incuria y de la ruina este singular monumento.

Tras la comida en la hospedería de Alconétar y entregar un diploma a la concejala de Turismo, los viajeros fueron a visitar -casi en plena siesta-el Museo Etnográfico de la localidad, muy bien montado en el antiguo silo del trigo, con objetos donados por todos los habitantes de la villa.

En resumen, una visita muy agradable y útil, junto a una pareja de turistas que, alojada en la vecina Alcántara,  compartieron la jornada con el grupo de periodistas de turismo. Por decirlo así de claro, los extremeños tienen que venir a conocer un  pueblo tan interesante como es Garrovillas de Alconétar.

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