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jueves, 31 de marzo de 2016

La libertad, amigo, la libertad


 

            Se cumplen 80 años de ese gran escritor que es Mario Vargas Llosa, al que tuve la oportunidad de saludar en Mérida cuando un verano se dedicó a ser actor y estrenó una de sus obras en el teatro romano. En otra ocasión, al ser uno de los pocos invitados en la misa que anualmente la Real Academia de la Lengua celebra en el Convento de las Trinitarias Descalzas, donde está enterrado Miguel de Cervantes, volví a coincidir con él. La tercera fue ayer en la Casa de América, donde tuvo lugar el Seminario Internacional: “Vargas Llosa: culturas, ideas y libertad”.

            Nadie puede decir que el maestro no ame la libertad. Se enfrentó políticamente a Fujimori en su Perú natal y perdió, perdió con honor, mientras que Fujimori quedó en la Historia como un elemento negativo y nefasto para su país. En el primer día del seminario le arroparon políticos españoles, como Rajoy Aznar o González, lo que da idea de la equidistancia de Vargas Llosa un hombre liberal de centro izquierda. Apoyó la revolución cubana y después se enfrentó públicamente a ella por falta de libertad. No le gustan los populismos, ni por supuesto el de la actual República de Venezuela, con Maduro al frente.

            En el primer día le apoyaron también los ex presidentes de Chile; Sebastián Piñera; los de Colombia, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe y el de Uruguay Luis Alberto Lacalle, al que tuve el gusto de saludar ayer mientras echaba un pitillo.

            La jornada del 30 de marzo estuvo dedicada a la literatura, con una formidable intervención del empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego, quien en poco más de 20 minutos, difundió la idea de la importancia del empresariado en la creación de riqueza y en la formación en libertad de la sociedad, a la que ha de servir con cultura. Ricardo posee una fundación que colabora en más de 40 proyectos culturales en todo el mundo iberoamericano.

            La tarde continuó con una mesa redonda con tres escritores de la talla de la académica de la Lengua, la mallorquina Carmen Riera, quien fue la persona que resumió en una sola frase quien es Vargas Llosa, “la persona que defiende por encima de todo la libertad”; Fernando Savater habló sobre la ética como une reflexión personal sobre la libertad. Y mi paisano de Ibahernando (Cáceres), Javier Cercas, el autor de “Soldados de Salamina” dijo utilizando palabras de Vargas Llosa que “en el corazón de toda novela aparece siempre una protesta”.

            Pero el plato fuerte, esperado por todos, fue el diálogo entre los Premios Nobel el peruano-español, Mario Vargas Llosa (2010) y el turco Orhan Pamuk (2006). El comienzo de la conversación giró en las influencias literarias que tuvieron uno y otro al inicio de su carrera literaria. Para Vargas Llosa, fue el escritor francés Gustavo Flaubert el que con  su trabajo diario, callado y fatigoso, culminaba un texto frase a frase y “así consiguió la perfección en el lenguaje transparente ya la nivela “Madame Bovary” vuela por sí misma”. Yo era como él, me costaba redondear una frase no tenía genio y lo suplí con el trabajo, como el maestro Flaubert. No quería ser un escritor mediocre, así que decidí trabajar, trabajar y trabajar”.  El escritor turco, Orhan Pamuk, nació en una familia burguesa, de ingenieros y arquitectos, pero arrasó la biblioteca de su padre repleta de obras de escritores franceses, pero reconoció que tuvo grandes influencias de Proust, Mann, de Tolstoi y de Dostoievski, y también del argentino Jorge Luis Borges, “quien me ayudó mucho a usar el material, antiguo otomano” y de William Faulkner supe usar la técnica.

            La conversación anduvo por los derroteros de cómo se escribe y cuando se escribe, pero concluyó, sugerido por Pilar Reyes, la directora editorial de Alfaguara, sobre un tema tan actual como los inmigrantes de África y Oriente Medio en Europa. Ambos escritores, implicados con una actitud social, dijeron que “los inmigrantes no quieta el trabajo a nadie en una Europa envejecida vienen a realizar la labor que los europeos no quieren hacer” (Vargas Llosa) y Pamuk se mostró enfadado con Ángela Merkel por contradecirse a sí misma y no aceptar a los refugiados en Alemania y sí pactar con Turquía un dinero para hacer que los turcos pongan el muro para que los emigrantes procedentes de zonas de guerra no alcancen la soñada Europa.

            Y termino con una frase Pamuk que me caló profundamente: “Me gusta más pintar y disfruto con ello  pero cuando escribo me siento más sabio”.

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